Don Jerónimo Luis
portaba un estilo quijotesco. O al menos así lo inmortalizó la
escultura ubicada detrás de la Catedral cordobesa.
Jerónimo Luis de
Cabrera y Toledo había nacido en Sevilla, España. Y llegó como
muchos buscando
Fundó las ciudades
de Ica, en Perú, y Córdoba de la Nueva Andalucía, en Argentina. La
fundación de la ciudad de Ica, el 17 de junio de 1563, le valió el
nombramiento de corregidor y justicia mayor de Potosí por parte del
cuarto virrey del Perú, Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de
Nieva. El virrey sucesor, Francisco Álvarez de Toledo, lo nombró
gobernador del Tucumán en 1571 pero por desobedecer sus órdenes al
fundar la ciudad de Córdoba el 6 de julio de 1573, sería
reemplazado en el cargo en 1574 y ejecutado por aquella razón en el
mismo año.
Había sido hijo
ilegítimo.
Era militar.
Y era algo
caprichoso.
Lo habían mandado a
fundar una ciudad por lo que hoy es Salta. Que sirviera como defensa,
como lugar seguro para entrar y salir de América, y para mercadear.
En junio de 1573,
Cabrera preparó mulas, caballos, ovejas, cerdos, gallinas, todo en
un total de mil animales, y tomó más de 100 hombres de las ciudades
de Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán y Nuestra Señora de
Talavera, y marchó hacia el sur, hacia la región de los
comechingones.
Decidió desobedecer
expresamente el mandato virreinal y fundar una ciudad más al sur.
Eligió una región mucho más pintoresca, de tierra más fértil y
clima más benigno que la de Santiago del Estero. Era tal día como
hoy, pero de 1573, cuando fundó a la que llamó Córdoba de la Nueva
Andalucía a orillas del río Suquía. De esa manera cumplió con una
promesa que le había efectuado a su esposa, en homenaje a la tierra
de donde ella y su familia provenían, sumado a la semejanza del
paisaje y sus pobladores en "un país en donde se dan las cuatro
estaciones (...) y la gente es barbuda y alta, morena como en
Andalucía".
Se dice que la
tonada cordobesa es herencia de los comechingones. Afortunadamente no
hablamos español de España. Sin embargo es una de las pocas
herencias que nos dejaron, ya que con las “conquistas” y
“fundaciones” europeas los pueblos originarios fueron
desapareciendo, mermando, invisibilizándose.
Hoy Córdoba es
cosmopolita. La Docta vive a un ritmo diferente. Mientras don
Jerónimo sigue hablándole a las palomas que lo visitan cada día.
Marcelo
J. Silvera
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